BONITA
Hay bellezas tristes, a pesar de su brillo diamante; indefinibles, como la madre que espera trillizos. Hay hermosuras traicioneras y opacas donde el misterio, llena los bolsillos de la imaginación al atraerte volandero hacia su fin.
Monótona y aburrida me planto ante el cristal.
Yo, la que tú llamabas bonita, la eterna corola de tus labios, la lumbre hastiada de tu fuego, la que pasó por tu vida con exceso de equipaje.
Con el paso de los años que atrofian mis manos y la lejanía de los tiempos que encorva mi espalda, desde el túnel de un otoño que llega, pequeña, con la risa de flor entreabierta y gigante como el monte sin profanar, bajo la voz para que no me escuches, brindando con llovizna en el claroscuro de tu pensamiento.
Desaparezco sin complicaciones y emprendo mi camino en contacto con la niebla, siendo amor de alabastro y de nácar, sombra de estatuas y de héroes,
lecho de gloria y cadalso de ruinas.
Voy a comunicarme con los fantasmas a nombre descubierto, con el sólo fin de llenar mi invierno de regalos, inalterablemente ajena a los dioses de barro, mientras se viene abajo el tiempo de nostalgias.
Porque siendo menos grave que esa arruga que ensució mi falda, consigo que la risa se esparza pan y vino sobre la mesa.
Yo, que en el portal de la Dama del Alba, seguiré siendo bonita, la hermosa manzana que no envenena.
CONFUSIONES EN PRIMERA PERSONA
Algunos recuerdos de la mente duermen, descansan entre plumas de pavo real, silenciosos y adulterados. Vuelan en un Agosto cualquiera, enemigos de las gaviotas, del hambre y la soledad que guarda la llave de su mal.
La mente cree lo que ven los ojos, y se engaña cuando escucha. No es sino una amalgama en explosión de sentimientos.
Estando prematura la ausencia, lloro a falta del invisible amor, de su mano abierta hacia mi cara, del paseo por los prados y su callada respuesta.
Me arrebata la leyenda del llanto, el vacío que consuela y ayuda, la voz que se emancipa al llegar el verano.
Entonces, debo dejar que la confusión busque su equilibrio, brincar sin elogios… ¿dónde?, ¿en qué lugar? Héroe de mí, me detengo incomprensiblemente en la siguiente estación.
Las reglas de la muerte no me asustan.