VOLVER A OSCURAS HACIA TI
Resisto el llanto de palabras muertas,
silencio al borde del mar o la orilla del sendero.
Cuando pueda ir una tarde entera -sólo una tarde- por el destiempo, llegaré aquí pensando que no me he marchado para siempre. Cerraré con sigilo la puerta principal dejando que las escaleras no tengan fin. Hablar contigo no es sólo hablar: se deshacen mis rodillas bajo el sonido de espumas intermitentes, admito las negaciones del mundo.
Retenida tu imagen en estas líneas, crece la tierra, y si no fueras tú, sería yo, algo falla en la existencia. Aún así, nunca he tenido las ideas tan claras.
Volver a oscuras hacia ti, percibiendo el sonido suave que da respuesta a mi constancia.
Al atardecer dejan de crecer los cipreses. El búho sonríe hundido en el desgarro
de mi cuerpo, y, durmiente, sueña un principio sin fin.
Ya no consiste en la limpieza de la tierra para que sea fértil, ni en lavar los dientes
del veneno, sólo… en resistir.
MEDITACIÓN
Sólo en la seducción que no tiene memoria: entre dos o tres luces –mejor en tonos azules-, permaneces al filo de la historia.
Cuando te decides a dejar de soñar: en un día cualquiera, en cualquier momento, miras como se evapora el humo del cigarro ante los ojos.
Eternas las ensoñaciones, brillan con luz propia, igual que las piedras preciosas; húmedos pensamientos que adoptan la apariencia deseada, por senderos que alfombra la duda.
En el vacío no queda nada descarnado, los pináculos son vestidos por el azar y los caprichos, retornan su amarillo de infortunio al más cálido pétalo que gorgotea en silencio.
Hay una alegría que despierta, -o algo parecido-.
El alba tímidamente, te recuerda que la vida sigue,
que el barro se hace polvo y los brotes flor.
Te puedo decir:
No llegaremos tarde mientras el viento meza la vela.
Echaremos raíces en la medida exacta que permita la existencia.
ALLÍ
Estaba allí plantada, delante del murciélago azul, que observaba su vestido.
Perlas negras hilaban su sonrisa…
Odio y olvido.
Olvido y odio.
-Dile que vuelva al baile, pájaro rey-
No tenía seguridad para rescatar la vida, y su liviano cuerpo, se deshacía como un viejo periódico.
-Confundía el iris con la puerta del mal-.
Detrás de su mirada, ni piedras, ni vocablos, sólo un estertor de agónico silencio.
Allí se deshará su pensamiento, aquel de luna y humo, que reclama ritmo ante el espejo.
La impaciencia se contoneó inerme, limitada por los últimos pasos. Queda vacío cuanto ha vivido, desde la esbelta languidez de sus dedos extendidos, se vuelca en lúbrica añoranza.
Dormirá allí, donde su espalda sinuosa dilate el tiempo que ha perdido, donde resulte más amante que guerrera, donde el silencio sea hechizo de ternuras.
EN LA PENUMBRA DE LA RETIRADA
Como la muerte llama a la muerte, porque siempre hay algo más de lo que no vemos, piensa que vuelve y alba, le falla la memoria…
Los sueños se rompen en un eco de vida sin pausa.
Lo siento, dice el tiempo al ver como caen las hojas.
Lo siento.
Mira de nuevo y nada impide que el sándalo perfume, aquí,
en este camino de ida y vuelta que ha hecho suyo.
Habita en imágenes inexistentes, en un desespero que rompe con ganas de vivir, abocando por el recuerdo de un afán que creyó mentira.
Morir sin estar muerta, vence a la risa de hierro y de cemento.
Alma de calles y piedras que son la imagen de su verdadero ruido.
Puede que la mañana aparezca vacía, que los instantes carezcan de sentido, que se quiebre la cita en el pie de página y que aglutine lo que desean decir sus ojos, aún así, poblará el sudor de sus pasos con colores…
¿Quién habla?
La memoria de las hojas que yacen en su libro sin estrenar.
MAGIA
No quedan palabras, ni una huella flotando entre los senos; la dicha aparece invisible, girasol
escondido, llega en ocasiones sin previo aviso.
Te echo de menos, ¿sabes?
No, no me contestes, sólo llega, soy tu esclava, tu amante soñadora-. Puedo ver mi destino ante tu imagen.
Quisiera yacer entre tus brazos
como la más querida ramera veneciana,
viendo que el agua de sus canales
se niega a morir ante los ojos,
y mi amor se eterniza en su figura.
¿Qué medieval aroma me acompaña?
¿Qué veneno circula por mis venas?
A esa escasa distancia
que pone tu boca a mi alcance
lo pagano de mi cuerpo se despierta.
No entiendo el motivo de tu palabra, ni el contorno que esboza tu mirada. Yo hablo de amor y apareces en deseo; un tratado imposible para estampar mí rúbrica, porque te muestras en un escaparate sin venderte y echas a volar.
Subo las colinas cuando me encuentro triste,
el paisaje es de todos.
Nadie es soberano del firmamento,
y un bocado de nubes de algodón
no sacia el hambre.
Partiré silenciosa en la mañana, como un presagio que muere sin cumplir, mí piel tiene tu sello, mí mente tu nombre y soy la Venus que decora tu equipaje.
Abundancia sin conquistar, camino oculta, haciendo un duelo de frases sin poder, considero una enfermedad el pretender poseerte.
Todo mi ser desea cantar, mas no hay son;
la felicidad se deshace entre las manos
como una flor de nieve.
Gasas y agasajos de frases con champagne, rimas tu fantasía con la ilusión que me falta. ¡No!, no pidas que te de lo que me has negado.
No encajo en el ambiente amiga…
llego tarde a todos los sitios.
Te muestro mi nihilismo a flor de piel: quizás alguien sobreviva a esta “peste”, no lo sé. La vida es tan difícil como tratar de coger un rayo de luna con las manos.
DIVINA COMEDIA
Miro entre el humo de las velas con risa de loca; jamás se me hubiera ocurrido que el tiempo se mide a través de los sacos de arena que eres capaz de arrastrar.
No defiendo el recuerdo que no existe,
el día es implacable con su nombre.
Al circular la fuerza por delante de mis ojos, “veni, vidi, vinci”, a pesar de los grotescos bailes que asediaban el camino.
Es inútil llorar, no hay pruebas,
la diligencia del juicio agota los sentidos.
Nunca tendré claro si la justicia es justa -esto es sólo una metáfora irreverente- al final son las sombras quienes cubren el pasado.
Ríe, mandolina: ríe como una loca,
siempre te escucharán donde florezca tu voz.
Llega el momento de la verdad, de tocar el clarín sin aspavientos. Debo reconocer que no me diluyo, andar entre cadenas fue mi mayor fortuna.
Caminé sobre ascuas candentes
y a mi paso brotó la hierbabuena.
Pocos lo consiguen: reír con todo y por todo como locos. Yo lo hago, esto hace que mi cuerpo arda en el viento árabe que caldea la noche.
El placer se vuelve odio y el alba…
despierta en versos.
LA PUTA QUE LLEVA DENTRO
“El sexo es el consuelo que uno tiene
cuando no le alcanza el amor”
G.G. Márquez
No sin gran esfuerzo, tuvo que pasar de garza a puta, eso sí, su quinta de estilo Neoclásico, parecía transportada del mismo siglo XVIII.
Había adoptado un aire de burguesa en la gloria y se encontraba a gusto en aquel papel. Creativa y soñadora, con aquella cara de porcelana, que más bien era la reencarnación de un hada.
Antes de ti no hubo existencia,
ni armonía en sus caderas.
Un despertar vacante de colores.
Camino de viento y paja, se me vela el pensamiento al recordarla; nunca conoció la dicha del amor y no tuvo más guardián que la fiera dormida en su interior.
Una tarde de Abril, alguien le preguntó: ¿cuándo la calentura pinta tu frente y la nostalgia del aire no te deja soñar…,
dónde, mujer, escancias tu vino,
en qué desoladores brazos
esculpes tu pasión?
Parecía inverosímil, ya no recordaba aquellas palabras. Cansada y moribunda, dejó sus pasos cincelados en el frío mármol del sexo.
Ni joven,
ni hermosa:
sólo madura en desengaños.
Ahora, con sus naves cargadas de plata, emerge del erotismo y del deseo.
¡Pobre piel sin piel!En la memoria de los árboles, florecerán sus frutos sin cicatrices.
Baluarte de guerreros y soldados.
Bastión de pescadores y marinos.
Puta,
sólo,
sola,
puta.
ME VISTO DE TI AL DESPERTAR
Existe una mano arrugada que se extiende cada día:es el futuro, tan antiguo como la vida misma porque lo hemos ido amamantando con leche de todos los siglos. Pechos turgentes y vírgenes, en algún momento, y otros flácidos que se han revelado a su paso sin distinguir rostros ni mares.
Pretende amanecer con el alba,
ser música en la boca,
melena de diosas impías
y migaja en los bolsillos del poeta.
Absortos creemos en él, le esperamos pensando que ha de regir nuestros pasos hacia algún sitio -no sé a quien engaña-. Sólo nos llevamos por la contracorriente, sosteniendo su imagen, haciendo esperanza de las piedras para que no nos alcancen.
Me vestí de ti al despertar,
te montaba dispuesta
a galopar juntos por lo incierto;
¡qué sensación
dominarte sin que vieras mis temores!
Desde la profundidad de los años transcurridos, me dejaste estrujarme entre tus brazos, luchando por ti y para ti.
Hoy se ha perdido la magia, dejas de ser un amor platónico que la realidad calza con lo absurdo (qué tiempos aquellos en los que soñar con el cruce de tu cauce mantenía viva la ilusión).
Hoy me rebelo, me niego a que tus manos acaricien mi cuerpo. ¿Sabes?: voy con la mirada opaca, la memoria encerrada bajo llave, los pasos cansados de andar con sigilo… y no me importas, porque he volado con las alas rotas, pero tú nunca lo has visto.
¡Bravo!:
ante tu sonrisa de payaso sin oficio
me quito el sombrero.
NO ERA TODO AMOR
Publicado en: Antología “Versos Pintados del Café Gijón
Nunca podré, con ayuda del verso,
hacer un poema de mis aflicciones.
No quise decirte que se nos muere, -pensé que lo verías-, cuando el disimulo de la piel iba vistiendo los momentos de gris.
Mi deseo es descansar entre flores, morir entre flores, a la llegada de Mayo, en la despedida al Minotauro, y que no se repita el eco del jilguero errante. No, no es ese eco el que habrá de enterrar la vieja palabra, -miel de agua que circula cuerpo arriba-, ni el Unicornio que escapa de tus ojos.
Cuando el sapo que canta y no canta
revolotee inquieto por su amanecer,
acunando un sol en libertad
palmeará la luna de mis ojos,
lloverán miles de musas,
amores que pierden su piel
en vivencias que lo vacían.
La primera vez que tomé conciencia de ti tuvo demora, fuiste el fino polvo que estropearía la cosecha sin ademanes.
-Si el amor es todo,
no es necesario reeducar a la existencia-
Veo el signo marcado por la condensación de los aires, la mano filosófica que pretende dirigirme;
pongo en marcha mi alambique
para probar que el chorro es adecuado.
Qué poco puedo contarte ya: nuestra historia atípica se llenó de máscaras, de barreras sin atravesar, de trozos de cartas que no obtuvieron respuesta.
Demasiados años paralizaron nuestro paso, y, seguramente, si nos cruzáramos por la calle, entre bostezo y bostezo, no nos reconoceríamos.
Es necesario evolucionar, volver de la vida secreta y silenciosa para acallar las fantasías desde dentro, y que nos queden las huellas tranquilamente.
Esconderé los versos en cualquier cuarto
y apagaré la luz con desgana.
Ya te dije adiós en su momento.
EL ARTE DE AMAR
Publicado en: Duodécima edición “Nueva poesía Hispanoamericana” y
¿A qué mesa invitaremos a los sueños?
(A Fernando, mi hijo)
Sin querer, estaba ocultándose de nuevo en la edad de la inocencia. Sólo quería guardar la sangre de sus pétalos, en algún libro que no tuviese costuras.
Las notas del “Vals del Emperador” se alejaban haciendo daño en sus oídos. Era más poderoso el tono azul de los recuerdos, que el recuerdo en si de aquellos ojos que le dieron luz.
Amando sin amar toda la vida, hizo de este oficio un arte. Lo necesitaba como un salario injusto para sobrevivir.
Al llegar la última ola del falso oropel, sus brazos se extendían como si el mañana no fuese a clarear. ¿Qué importancia puede tener ese momento si no estás?
Y soy yo quien le da cobijo,
quien le enseña amor
sin querer objetos;
quien mira al fondo de sus ojos
con pícaro guiño y sigue
porque esa mirada:
necesita hallar su norte.
La tristeza pugna por salir de su ensaladera, pensando: “el mundo moderno no tiene sentimientos”. -Hay una habitación provocadora de sueños, una sonrisa sin cámara, una carne de mi carne en el tiempo-. A la caída del sol baila sin velos, diciendo adiós al frescor de la presencia.
De mi vida a tu niñez hubo un triunfo, mientras, los días caminaban hacia su entierro: sin sermones, sin altares, creyentes que perdían su fe para enseñarte a amar.
Pesa poco la vanidad
y la juventud es melodía.
¡Escúchala!
CADENA PERPETUA
Presiento que nada ya es lo mismo. No encuentra placer alguno en sobrevivir a lo que le rodea.
Todo está en su sitio.
Todo colocado,
casi perfecto.
¿Qué pinto aquí?
He andado muchos caminos -¿quién decía eso?: ah, sí, Antonio Machado-. ¿Pero él cayó y se levantó tantas veces? Hoy las rodillas no le sujetan, no cree en el amor, ni en el ser humano, pero… todo está colocado.
Pensó batirse en duelo con la vida ¿y para qué? ella ha vivido más, y mirando a sus ojos indica: te venceré. (Me río, qué sabrá ella).
Como África, la gran olvidada, piensa: quizás en un descuido me pille, las cataratas de la vista no son permisivas.
No penséis que soy bueno y no miento, o que soy malo y engaño.
Soy…
todo lo contrario.
Cuánta ingenuidad sin perfume, cuántos besos malvados y caricias negras. Extrañaba lo que impediría amar, siendo persona.
La verdad es que amó profundamente: qué contradicción, ésto fue por el camino del olvido.
Desde esa galería de la muerte, donde la luz no alcanza sus mañanas, me cuenta: no penséis que escribo por desahogarme, ni por llegar al corazón; sólo fuerzo situaciones inalcanzables, y os ruego que olvidéis estas líneas. Todo está colocado.
Es evidente, cada día se pierde más entre palabras sin contorno, ni laureles: divagaciones que crean un muro entre tú y yo,
entre yo y el resto,
entre el resto y la realidad.
No sé si sobrevivirá a esta vida ansiosa, sin pasear sus dedos por mi escote, en un devenir de insinuaciones interrumpidas.
Sigue en cadena perpetua, y no sabe nada. Ni sabe, ni piensa: sólo ve acercarse a las palomas, en su vuelo reducido por barrotes.
HABLEMOS
Hablaré con él
de los tiempos que pasó dormido
sin reconocer
cómo se colma de prisas el estómago
para vomitar impulsos.
A la luz de la conciencia vigilante
hablar, sin la identidad
confusa del teléfono.
Así huirán las musas,
aquellas que nos alejaron cuando pasaban,
mientras la sangre seca trataba de escribir versos.
Sí.
He estado esperando para hablarte en este crepúsculo que amenaza tormenta y mis manos se han quedado mustias en el propio límite de un suspiro.
Al otro lado de la boca mueren los sonidos, sólo quedan pretextos que pueden eliminar un fluido de reflexiones.
Somos marionetas de la vida, bufones manejados por hilos invisibles.
Sin embargo, mira: hoy que hago de mi boca fortaleza y mazmorra, hablemos.
No.
Porque en mi interior encuentro la fuerza de una paisaje ingrávido.
En ningún momento he hablado tanto con el silencio, ni me ha hecho más feliz bailar en soledad.
Acumulé tus cartas para destruirlas, y los mapas, y los nombres de las calles; sólo guardo el olor del mar en mi epidermis, y el azul de ti en la antesala más húmeda del universo.
A pesar de todo, cruzaré tu palabra con mi hechizo de mujer, y al terminar, descalza y desnuda, caminaré por el jardín de las alondras, pacíficamente, olvidando el llanto que se rebeló.
CON TODA LA VIDA ACUESTAS
Y me dirán loca,
rebelde…
Nacer, crecer, morir.
Ir acatando
aquello que acontece.
Al enfrentarse a esta empresa, asumimos todo lo que pueda llegar, – ¿conformes?, ¿resignadas? -. Hijas, esposas, madres… olvidando el propio yo por el camino.
Todas tenemos algo en común: el derecho a habitar el mundo dignamente. Ustedes no saben cómo la carne nace programada.
Tienes que ser una señorita.
Tienes que estudiar, trabajar, limpiar, guisar, lavar, planchar, aguantar.
Tienes que parir, sonreír, no dormir, para que los demás puedan hacerlo.
Tienes que cambiar pañales, calentar el biberón, hacer el amor cuando te lo pidan o te lo exijan.
(… ahora vuelvo, mientras arreglas las cosas voy al bar, o a dar una vuelta).
Posiblemente, terminen por hacerte compartir tu vida con un alcohólico, o un ser agresivo, mas… tranquila, “te quiere”, te quiere tanto que hasta podría matarte por amor.
A cualquier hora del día,
cuando una tristeza cósmica
te pudre la presencia,
la vida te da una dentellada.
No has de estar nunca cansada, aunque el llanto gotee por el césped de tu cuerpo.
El camino va más allá de tus brazos, en el momento en que luchas por la carne de tu carne y no te pierdes. Quizás mañana verás que tus hijos te necesitan y darás más, más, más.
La jaula se llena de sonrisas gastadas, de momentos consumados en un instante.
No es nadie, es sólo silencio.
No es nadie, es sólo una espalda.
No es nadie, es sólo la luna rota que pretendía vivir.
Sin gran habilidad, ocultas tus dolores en la arena, estrujas lo que resta de corazón para volver a ponerlo sobre el mantel.
Al final, cuando vas a emprender la huída hacia un tiempo ingrávido, el sentimiento es una sombra,
viento,
fuego,
agua.
Y allí, sentada, contemplando un café que ya se enfría, mientras se destroza la fina capa que te envuelve, mueres, con toda la vida a cuestas.
COLORES
A mi madre
¡Tienes que vestirte siempre de blanco¡: hace más joven.
Recordaba muchas veces ese mandato, su afán intransigente, su forma de pensar: “aquí se hace lo que yo mando”, y sus labios sonreían inconscientemente.
Moría poco a poco, como pasa siempre, apenas sin darnos cuenta, pero con aquella gracia característica: un empeño en desterrar el resto de los colores del Arco Iris.
Casi de niña
adoraba el verde,
hermosura de muchacha
sin problemas;
sin embargo, la ceremonia de su vida era un eufemismo razonable del rojo al gris.
La penas suelen venir de afuera, camufladas entre amarillos diversos.
No era supersticiosa, trató de darle gusto siempre, aunque de cualquier forma le afectaba la traslación de los colores.
Quería el azul, un azul pintado de auroras, de ciudades que lleven su nombre, de los indispensables errores de la naturaleza.
Pero, cómo te llamará cuándo el recuerdo se pinte de negro, cuando la estrategia del blanco es hacerlo todo translúcido.
BLANCO Y VERDE
¿Cómo puedo elogiarte con modestia
cuando tú eres de mí la mejor parte?
W. Shakespeare
Porque estamos hechos de camino, y a veces nos permitimos el lujo de soñar, veo ante mí cómo han pasado los tiempos de luchas y te quieros para dar paso a una quietud sosegada.
La sonrisa de blanco y verde queda sostenida por la fuerza del cariño, esa fuerza que puede con todo y camina entre tinieblas al amanecer, sin necesitar nada para abrirse.
Ojo de huracán, río de hielo, conjuro a la memoria para que no te olvide y desnuda de nostalgias, te recibo.
Mientras pinto mis uñas de un nacarado alegre, pienso que mañana será tristeza, pero me hago mujer, sentimiento y soplido, orgullo y sexo, que levanta su castillo de arena hasta tus brazos.
Me queda el tiempo de esperar un umbral dorado, porque sabes cómo soy, y así me quedo.