Desamor

ELEGIA PARA LA DUDA

No me perfumes el camino,
no llevo la alegría sincera.
Tu voz,
tan tenue,
cierra el altar de mi comprensión.

Muestra tan sólo encrucijadas,
negros mates y tenebrosos
que entierran lo armonioso de mis ideales.

Alegre mientras tu boca mentía,
el incienso abrió en ceniza mi traje de boda.

No, no sabes nada de mis tentaciones,
de este réquiem
que desde el alma hasta la luna
viste un luto de colores indelebles

 

PRINCIPIOS

Tras la vidriera de mis reflexiones
asoman los escombros hacinados,
torpes siluetas sin luz propia
que sucumben ante mi
después de un solaz trasiego
para no caer ante el sangrante velatorio
sin buscar alivios,
esquinas lumínicas,
fragmentos de otra ocasión.

Voy con pasos de gaviota y araño,
en mis bolsillos, migajas de sensibilidad.
Apenas se oyen rezos sobre la débil carpa.

Hoy podría ganar el choque
con la inspiración muerta,
con nacarado papiro,
con amor insulso.

– no es lo mismo amanecer inerte, que…
acariciar cada fragmento
del día que nace –

Siento cómo galopa el mundo a través de mis ojos
muriendo el último vals que bailé para ti.

Sólo quedan reflejos extraños,
párpados sin sombra.

Al desvanecerse las cataratas sensibles,
se desposa la textura de mis manos
con los remos del fatal barquero.

Han saltado por fin del batel
mis apegos a decirte amores,
los ciclos que me rodeaban
sin medida,
sin tiempo,
sin voluntad.

 

LA SEPTIMA NOCHE

No tranquiliza el sonido de campanas
si tañen en busca de destrucción;
suenan a Celestina carente de prejuicios.

¿Dónde se esconde la primera noche?
¿Dónde el calor depositado?

Liviana la siguiente
como una señal del firmamento
va profanando el amor sin presencia.

Cada paso, encierra lo que llega
filtrado por el cristal.

La mitad de la lumbre se torna hielo
y aquellos muslos proclaman soledad.

Despacio la luna se acerca – se aleja –
no hay tiempo para alcanzar la séptima,
ni tampoco el descanso.

Sólo quedan los flexibles
que beben su vinagre entre tinieblas.