Sin reglas de juego

Si la muerte no es el final
y la vida nos va convirtiendo en salvajes,
¿qué hacemos aquí, para qué tanto daño?

Las aceras no hablan,
los árboles se esconden
el agua se tiñe de rojos.

Mientras, los intelectuales
relatan violencia,
maltratos,
muerte,
desahucios,
peleas…

SinrQueremos:
encontrar más bondad
que nos haga sonreír al llegar el alba,
ver el dolor y la miseria volver sobre sus pasos.

Estas son nuestras reglas del juego.

Después:
escalaremos los montes en busca de un beso,
dejando atrás el alma que se apaga.

Somos:
el mar, el campo, el aire,
llenando los bancos de abrazos
que se diluyen al dar nuestro paseo.