Variados

A UN AMOR

¿Por qué amor fuiste tan ciego
a tu paso por su lado?
sonriendo te marchaste,
ni un sentimiento has dejado.

¡Ay amor! ¿por qué lograste?
que muriera una ilusión,
su morir, fue sin razón.

¿Te acuerdas? que extraño amor
no miraros a los ojos,
no besaros en la boca,
ni saber lo que es perdón.

¿Por qué amor de tiernos años
hoy viviendo en desengaños
no comprendes el dolor?

¡Ay amor! De cruel otoño
rojo color de madroño
que triste llegas a ser.

¡No olvides! Llegaste blanco de nieve
y marchaste ensangrentado,
como una eterna saeta
a un dios que ha sido olvidado.

 

LABERINTO DE LA ESPERANZA

(Tercos en los pecados, laxos en los propósitos,
con creces nos hacemos pagar lo confesado
y tornamos alegres al lodoso camino
creyendo, en viles lágrimas, enjugar nuestras faltas)
Charles Baudelaire

 

En una tierra como esta, sobran disgustos irresistibles.
Imaginad un mundo feliz, sin ocasos amargos,
donde el desarraigo no anide en el pecho,
una escalera con filtros, que puedan clarear el día.

Seguimos la infame rutina de los bailes malditos,
sin distinguir el chapoteo que nos llena de lodo,
y así, donde el alma se esconde,
levantamos el hacha de la ignorancia.

No hay nada absoluto,
ni algo que mantenga eternamente su posición,
sólo el sudor de la frente en busca de esperanza.

Mañana puede ser un vapor carente de apego,
un esperar la muerte,
tras haber omitido partir del principio.

HAY VECES

Hay veces, que me detengo a pensar,
¡Ay triste! Del que vive del olvido,
nunca sabrá el placer de recordar,
aquel momento en que el dolor se ha ido.

Hay veces, que me pongo a llorar,
ternura y amor cae de mis ojos,
como una fuente que llena a rebosar
el manantial que son mis labios rojos.

Hay veces, que de pronto canto,
con amargura, recuerdo y añoranza,
la alegría rebosa de aire blanco
de un corazón que vive en esperanza.

Hay veces que me pongo a soñar,
en los sueños hacia mi te acerco,
quisiera hoy por fin despertar
arrancándote de mi sueño terco.

PODRÁ

Podrá nublarse el cielo eternamente
podrá secarse en un instante el mar,
podrá juntarse la luna con la tierra
podrá en un momento la vida acabar.

Pero nunca podrán olvidarse
las palabras que un día al besar,
con tus labios pusiste en los míos
ese día empecé a despertar.

Podrá la noche vencer a este sueño
podrá el hombre volver a matar,
podrá el mundo quedarse pequeño
podrá el río volverse a secar.

Pero nunca podrán marchitarse
las caricias que yo a ti te di,
los sonidos que sólo escuchaste
cuando yo comenzaba a vivir.

SIN TI 

Después de ti se irá la vida
el sueño será un infierno,
días de mañanas frías
noches rozando el averno.

Sin ti, la vida no es nada
son sonidos sin palabras,
nunca decir lo que sientes
sentir que la boca amarga.

Sin ti, no existe el amor
todo es orgullo y prejuicio,
no ver del mundo el color
es, morir sin sacrificio.

Sin ti, se apaga ese fuego
y la presencia te engaña,
no controlas los sentidos
la soledad, te acompaña.

Aunque al futuro lo llame
sin decoro, esperanzada,
y en mi vida te reclame,
sin ti, la vida no es nada.

¿CÓMO?

¿Cómo arrancar al mar
la clepsidra de la vida?
¿Cómo robarle al viento
una ilusión perdida?

¿Cómo ahogar en sus aguas
un verso, una rutina?
¿Cómo decirle a un pez
que es una golondrina?

¿Cómo cruzar los mares
con un suave estertor?
¿Cómo alcanzar un sueño
sin ya sentir dolor?

¿Cómo sentirse princesa,
y reina, y hada, y luz,
sin encontrarse presa,
de un triste tragaluz?

¿Cómo crear un mundo
sin auras desoladas
donde el áureo acompañe,
las vidas maltratadas?

¿Cómo?

UNAS HOJAS DE TE

Si algún holocausto fuera:
capaz de quemar el dolor indefenso,
las noches crudas y amargas
que extienden su manto
por la vida
hacia la eternidad,
exhalaríamos otros suspiros,
no los que nos salen
con los puños apretados,
extendiéndose lentamente
sobre el vientre de la tierra,
sin llegar a la cordura
de los que ostentan el mando.

Nos falta, la candidez
de unas hojas de te,
para infundir ternura
ante los ojos,
y esos ojos…
¡Oh Dios como se abrasan!
ante la vaga necedad
que nunca arde.

Me siento culpable:
de sonreír al sol cada mañana,
de beber mi te verde y fresco,
de pretender vivir
una vida de caña de azúcar,
mientras otros
nunca saciarán su sed.