Madrid

INSOMNIO DE INVIERNO

He paseado por las calles de Madrid,
entre su lluvia contaminada
en el invierno:
por el humo de las calefacciones,
por la prisa de los seres humanos,
por el agobio de los atascos;
esperando a que se amoldara mi cuerpo
al efecto de alguna pastilla para poder dormir.

Apenas se ven estrellas
en sus noches,
la sádica luz de las farolas
no permite ver
la imperfección de las ojeras
producidas por el
insomnio del invierno.

Pienso que amanecerá un día
hermoso mañana;
cuando las prostitutas
se recojan de la calle,
cuando los niños
empiecen a ir al colegio somnolientos,
cuando los amigos barrenderos
limpien de jeringuillas los parques.

El insomnio se va alejando,
lo dorado del sol te castiga la vista,
pero sigues pensando:
Estoy aquí…
Vagando por el frío de tus esquinas,
a la espera de tu hermosa primavera.

OBSERVANDO MADRID

En cuantas ocasiones
nos hemos encontrado
tú y yo Madrid,
observando esas Calles
a veces sucias,
a veces limpias;
esos mendigos
venidos del inframundo,
escondidos tras unas desgastadas mantas
en cualquier portal,
o en la entrada
del metro abarrotado,
a las siete de la mañana.

A veces, nos consiguen engañar,
pero seguimos observando,
porque no somos
capaces de conseguir
ayudarlos a todos.

Me gustan tus viejos cafés,
la solera de sus tertulias
hoy tan escasas,
presididas por fantasmas del pasado,
donde todo se critica
y casi todo se venera.

Lo mezquino de
los elegantes comedores,
donde un almuerzo de negocios
se convierte casi siempre
en estafa.

Vamos ciegos Madrid,
entre las litronas de tus parques
tratando de disfrutar tu gran orbe,
cuando de repente
un indecente ratero
nos roba el bolso.

Tristes, por no poder
admirar todos los hermosos jardines
sin sentir miedo.

Madrid, soy cenicienta de tu polución,
caminante de tu sucio asfalto,
admiradora de tus museos,
tus monumentos,
tus rincones castizos;
ese “Babel” de tus mañanas,
los neones de tu noche.

He nacido en ti Madrid.
Puede que muera en ti,
dentro de esa imperfección
a la que amo.