Divagaciones

VAE VICTIS

llega el camino decadente y furtivo,
desposeído de franjas de ternura
ante la fuerza inexorable de lo insano.

¡Ay de los vencidos!
Guardianes de la puerta equivocada
en tanto hablan con la fe de su agonía.
No transita su sangre por el cuerpo,
sus débiles brazos no abrazan, temen.

Quizás haya olvidado cómo pasó:
la dulzura de mi boca hacia el exilio,
ni cómo vino la fuerza a refugiarse
en la mochila de mi encorvaba espalda.

Sólo recuerdo que la hojarasca se hizo logro,
rociándome el agua de una lluvia
que en ninguna ocasión volvió caer.

 

CARENCIAS

Escribiré entre guiños
cómo sabe el amor cuando te pienso.
Estoy y no estoy, y me lleno de ti sin verte.

No digas nada, deja que dialogue con tus ojos,
me empaparé en ellos, para mañana
poder escribirte otro poema de ausencias.

Sueño – tan sólo -, me voy haciendo hilachas entre la niebla,
sonrisa de nube, azulada imagen que canta sin voz.
Siento – a veces -, que sobro, desaparezco
dibujada en el silencio de la ventana;
acerco tu imagen a la mía para volver:
beso en tu boca,
susurro en tus oídos, deslizando
un tiempo sin tiempo, porque nadie lo conoce.

Regocijo de la Aurora al sentir libres tus puertas
y yo, me transformo en solsticio de invierno
para abonar mis tierras con tu nombre.

Nacerán cuerpos sin amantes, eclipses de ti,
ácida lluvia carente de soplos fértiles,
delgadas algas que acosen el cerebro.

Un relicario de fieles palabras abrazadas a la incompostura.
La pasión me reconoce, me alborota como una antorcha,
me deja gemir cuando te saboreo en este páramo de sensualidades.
¿Ves? Es un racimo de fiestas en la añoranza.

 

NO HAY DINTELES EN LA IMAGINACIÓN

Sin tocar los dinteles de la tragedia
cruzo este océano,
no tengo estética, sólo deseo.

La pasión por la vida me provoca
a soñar distante,
a exigir a los poros de mi piel
una pizca de favor,
y, un sin enojos.

Complaciente, me desprendo
de los velos de identidad femenina,
atándome al cordón umbilical
de la fortaleza.

Entre las notas de desgarro
se cuela un largo testimonio que voltea
azul pensante,
centrífuga sus pesares en lo ignorado
al pedir que la voz sea de todos.

Pasos firmes:
por laderas de alegría,
en la línea de fuego,
en la calle… reír.
Caminaré.

 

CRISTALES ROTOS

Cuando la luna comenzaba
a romperse ante mi frente,
sólo me cercaba
frío amargo y esperado,
el saber que podría
estallar de repente,
ya nada dura,
ni nada es prologando.

Si los amantes regalan lunas,
la tuya no tuvo brillo,
traté de comprenderte…
mas sin conseguirlo mi luna
se hacia pedazos…
ahora huye de ti.

No alumbra una luna rota
caminos en la vida.

 

SIN HABER VIVIDO

Un día comprendí como tus brazos
eran sólo el gemido de una historia,
sin derribar el gigante de tu cuerpo,
me hice el muerto en tus brazos y en tu historia.

Ya no apreciaba más tierra, ni más cuerpo,
quería beber lo que tu boca daba,
ignorar el naufragio de tu vida
y así vivir en la soledad que me enviabas.

A semejanza del deseo que sentía,
vino el placer del amor prohibido,
yo no manché tu nombre, ¡no era mío!
y la impotencia me arrastró, sin lo vivido.

¡Muere pronto amor!
no he de seguir,
encadenada al edén de tu recuerdo,
es mi victoria el grito de tu nombre,
ante una tierra sin crepúsculo ni aliento.

Hay troncos duros en mi alba temprana,
y en mi esplendor ardorosa primavera;
tu funeral lo celebro en la taberna,
sé que te gusta brindar por mi recuerdo.
Alzo mi copa mirando al tabernero,
cuando perplejo contempla; quizá comprende
este brindis por mis penas.

La secreta premura que en mi vibra
no muere con tu adiós y tu despego,
hoy es intruso el sonido que me llega
el lirio crece, se yergue y se despliega,
sobre una tierra que nunca ya envejece
bajo esa sombra, que va cerrando puertas.

 

 ALMA E INFIERNO

No me hieras más el alma
toma mi cuerpo y huye,
nadie como tú destruye,
todo lo que encuentra en calma.

Rasga mi piel con tus manos
muy dentro quiero tenerte,
no existe placer más fuerte
que encontrar lo que buscamos.

La piel del alma se escapa
se acelera y se desciende,
transporta un aire caliente
cuando tu diablo la arrastra.

De esa carne en rebeldía
se despoja y se arrebata,
rehúsa llevar la bata
de un alma no enardecida.

Te quedas, el alma así se destruye,
diabólica no aparece,
junto a ti todo perece,
¡toma mi cuerpo y huye!