Mis Poemas

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Siempre

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Sin reglas de juego

Si la muerte no es el final
y la vida nos va convirtiendo en salvajes,
¿qué hacemos aquí, para qué tanto daño?

Las aceras no hablan,
los árboles se esconden
el agua se tiñe de rojos.

Mientras, los intelectuales
relatan violencia,
maltratos,
muerte,
desahucios,
peleas…

Queremos:
encontrar más bondad
que nos haga sonreír al llegar el alba,
ver el dolor y la miseria volver sobre sus pasos.

Estas son nuestras reglas del juego.

Después:
escalaremos los montes en busca de un beso,
dejando atrás el alma que se apaga.

Somos:
el mar, el campo, el aire,
llenando los bancos de abrazos
que se diluyen al dar nuestro paseo.

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Mentiras

Un racimo de palabras se desprende entre todas las estaciones.
Vomita en verde la esperanza que no atraca
y aplaude con vehemencia el viejo chiste
-ese que siempre cuentan-
Cavo en mi historia de mujer, agonizo en la frontera de la historia… Todo sigue siendo mentira: promesas sacadas del tintero que se secó vándalo.
Quema la imagen del espíritu, abandonado al sol, no a la justicia.
Como si fuese “tonta”, va pasando la vida y no lo vemos
borra sus huellas el pájaro fusil.
Antes que se fundan las cenizas malditas, navegará mi barca entre los humos, sabiendo que:
Es más fácil matar que vivir.
Esconderse del horror a dar la cara.
Dar una limosna antes que un plato de comida.
Odiar por el camino sin saber lo que es amor.
Mientras…
aparece una luna hermosa en la noche,
nos ofrece todo su esplendor
para que sepamos que siguen existiendo cosas bellas;
y, un perro que se fue, monta sobre ella y la acerca a mi ventana.
Gracias a los dos, olvidaré todo lo que acontece para vivir:
“la magia de vuestras noches”

Un pedazo de algo

Amanece con tonos violeta sobre la fiesta de mi estío.
No hay holocausto capaz de arrastrarme
a lo negro escondido tras el ocaso de los Dioses;
escapo etérea por la ventana abierta con prudencia
en pos de la palabra verdadera.

Quedan huesos calcinados en días de fuego y llamas,
deseos vencidos en su camino hacia la Aurora Boreal,
falsos devaneos imposibles de comprender
alejados de la conciencia de los tiempos.

Ahora el amor es libre,
sólo toma y da lo que necesita
sin hacer cábalas de oficio,
sin dependencia de filtros inanimados.

Abierto este momento de tentación,
canalizo la voluntad engendrada en deseos de vivir.

Un pedazo de paz para la boca
y una sonrisa franca para los ojos;
azules río abajo
unidos al amor primitivo,
imposible,
aún así real,
y me coso la boca
para no decir “te amo”
ensartando mil mentires
que oculten esta tristeza…

SENTADA EN LA ACERA

Va cayendo el día de nuevo
en trocitos muy pequeños,
son las cinco de la tarde
parece la vida un sueño.

El triunfo en cualquier esquina
persigue la sombra oculta
y los zapatos, ya viejos,
el caminar dificultan.

Cerca, la mujer que llora
sentada sobre la acera,
ha olvidado los sonidos
que le pidieron espera.

No tuvo prisa en el tiempo,
sólo ver la vida clara.
Ahora, al llegar la tarde,
parece cual si soñara.

A la orilla de la acera
despacio llegan las aves,
quieren comer de sus manos
miguitas de soledades.

Sonríe mirando al tiempo,
todo parece difuso,
las arrugas de su frente
muestran un aire confuso.

¿Es viejita?, ¿No lo es?
Va perdiendo la memoria,
ahora su casa es la acera
sin los momentos de gloria.

SUENA UNA MELODIA

Suena una melodía,
apenas nada:
es como el regazo
ignoto de las hadas
que nos transporta,
paso a paso
hacia otra fuente,
hacia la orilla del puerto
donde arribaremos los dos.

Mueren sabores de dolor
con su sonido,
mientras proyectas
hacia mi el azul,
un azul desconocido
que nos pedirá la mar
en el requiebro de sus aguas.

Sigue sonando amor
mientras yo duermo:
soñando en ti,
mirando al mar.

Suena una melodía,
apenas nada,
como suena el tránsito
por la vida:
despacio,
descalzo,
con un son placentero
de arena mojada…
en tu playa,
en mi playa.

Nace de nuevo el corazón
al escucharla,
un cuento a niños mayores
nos ha de pedir el mañana:
para dar luz a sus días,
para aprender a soñarla.

Sigue sonando amor
mientras yo duermo:
soñando en ti,
mirando al mar.